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Registros de laudería (II)

La Manta y La Raya # 12                                                             marzo 2021 ________________________________________________________________________

Registros de laudería antigua (II)

 

 Ruy Guerrero

 

 

En esta segunda entrega, celebramos la identidad con la permanencia en estado original, de dos instrumentos dignos de mención por ser testigos de algunos de los primeros desarrollos organológicos documentados, tanto en el caso de una jarana huasteca de 6 cuerdas y un requinto jarocho de 4 órdenes simples. 

 

Guitarra de son (requinto jarocho).  Tierra Blanca, Ver.

 

Arch. Ruy Guerrero

 

Con un brazo corto con 10 trastes a la caja y 14 trastes totales. Los trastes son de madera dura. El caso del diapasón es particular; es muy probable que dadas sus características, se trate de un instrumento de transición entre aquellos que tenían el diapasón al ras de la tapa y lo que en su momento fue una innovación y que cambió hacia un diapasón añadido que sobresale por encima de la tapa. El puente, contrastado con varios de los elaborados puentes de los instrumentos jarochos actuales, resalta por su sencillez. Es evidente la presencia de intervenciones o reparaciones con la adición de tacos de madera.  

Este requinto, como la gran mayoría de instrumentos sobrevivientes previos a 1990, está elaborado en una sola pieza escarbada. En torno a elementos ornamentales resalta la forma del tallado de la unión de la palma y el mango, siendo ésta en términos visuales muy similar al resultado que se da al unir (por ejemplo en el caso de guitarras renacentistas y barrocas), la palma al mango por medio de un ensamble de piezas. Las clavijas que posee la guitarra son de violín (torneadas).  

Es posible que el instrumento fuese construidos en los años 1960 ó inclusive un poco antes. De acuerdo con el depositario del instrumento, el maestro Eduardo Ugalde, músico e investigador, esta guitarra, a la que llamaba “requinto jarocho”, perteneció a José Raul Hellmer Pinkham (1913-1971); grato misterio pensar si este instrumento fué grabado en alguno de sus registros fonográficos. El maestro Ugalde afirmaba que el instrumento debía de ser del rumbo de Tierra Blanca. 

El instrumento –con excepción de la sustitución de las clavijas originales–, no ha sufrido ninguna modificación desde 1983, fecha de su resguardo. Colección particular. 

 

Jarana huasteca   Chicontepec, Veracruz

 

Arch. Ruy Guerrero

 

Se trata de un instrumento de Carlos Cruz Fajardo, destacado constructor de jaranas y quintas huapangueras de Chicontepec, Veracruz, hecha en 1986. Esta jarana resulta de interés por varios elementos. 

1.- El primero y mas evidente, es la particular distribución de 6 cuerdas en 5 órdenes, siendo el segundo orden el que presenta dos cuerdas, mismas que por su grosor, se asume se afinaban octavadas y no al unísono. 

2.- Si, y solo una vez que se consideran los testimonios de algunos constructores de Texquitote, San Luis Potosí, resalta la alta probabilidad que este tipo de jarana (sus proporciones, dimensiones, diseño así algunos elementos estéticos y ornamentales) haya sido el prototipo de instrumento que influenció con el tiempo el desarrollo de la jarana en esta comunidad. Esta aseveración se fundamenta  en:

i.- El diseño del clavijero, sencillo y cuadrado con dos canales paralelos escarbados a cuyos costado se colocan las clavijas. Además de un hoyo para colocar un cordel. Este diseño se encuentra replicado en algunas de las jaranas de Texquitote. En casa del Sr. Frumencio Merced, se conserva el clavijero recortado de una huapanguera  con diseño y barniz similares. Cabe resaltar que a este tipo de clavijero, él lo designa como “modelo tampiqueño”.

ii.- La correspondencia en los diseños de algunas de las plantillas acinturadas y con contornos similares a los que lauderos como Clemente Hernández se refieren de nueva cuenta como modelo Tampiqueño, haciendo alusión a un modelo antiguo (con más de 40 años de conocerlo) y en desuso actualmente en sus creaciones actuales. 

iii.- La presencia de una tapa sin barniz en la mayoría de su superficie salvo por un breve contorno que contiene adornos pirograbados. De nueva cuenta y bajo testimonio de varios lauderos de Texquitote, esta práctica de dejar la tapa sin barniz y solo con los contornos decorativos barnizados, estuvo presente en los instrumentos formales allí elaborados hace 20 o 30 años. 

 

 

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