Santiago Tuxtla, Cultura y salud (abril de 1956)

La Manta y La Raya # 10                                                                 marzo 2020 _______________________________________________________________________

Santiago Tuxtla,  Cultura y salud                                                                     (abril de 1956)

       Isabel Kelly 

 

Nota de los Editores: En su texto “Los totonacos a través de la mirada de Isabel Kelly”,(1) Elio Masferrer y Verónica Vázquez nos dicen que la antropóloga norteamericana Isabel Kelly (1906-1983) llegó a México hacia 1935, haciendo parte de un proyecto que encabezaban sus maestros Alfred Kroeber y Carl O. Sauer. Tras asentarse de manera definitiva en México desde 1940 trabajó en distintas regiones del estado de Veracruz y del país. Fue maestra de brillantes generaciones de antropólogas y antropólogos entre los que se pueden mencionarse a Roberto Williams García, Gabriel Ospina, Florencia Muller, José Luis Lorenzo, María Cristina Álvarez o Ángel Palerm. La Manta y La Raya. Universos sonoros en diálogo comparte con sus exclusivos lectores fragmentos del informe que Kelly preparara en 1956 tras una estancia de varios meses en Santiago Tuxtla, como se explica en la “Introducción” que aquí se incluye. Debe advertirse que las notas que aparecen a continuación son testimonio no necesariamente de cómo era en ese entonces Santiago Tuxtla, sino de la manera en que una antropóloga, junto a su equipo de trabajo, observaron a esta localidad y sus habitantes. Nos acerca también a la manera de hacer antropología en México a mediados del siglo XX y deja en claro los importantes servicios que la antropología prestó al anclaje del Estado Mexicano y el diseño e implementación de políticas públicas a lo largo del siglo XX. Los editores de LMyLR agradecen al investigador Alfredo Delgado (Centro INAH Veracruz) habernos proporcionado una copia del texto mecanoescrito.

Introducción  (págs. 1 – 3)

En 1954, la secretaría de salubridad y asistencia trazó planes para iniciar una campaña dirigida a resolver los problemas de salubridad en la zona de Los Tuxtlas, Veracruz, en el curso de la cual participarían diversas direcciones de la Secretaría: Servicios Coordinados, Bienestar Social Rural, Ingeniería Sanitaria y Educación Higiénica. La extensión de la zona de Los Tuxtlas es relativamente pequeña, pero son muchos sus problemas de salubridad. Además, a causa de una combinación especial de circunstancias, algo de la atención federal se ha concentrado en esa región.

Cuando el programa de salubridad se hallaba aún parcialmente en la etapa del proyecto, la Dirección de Estudios Experimentales en Salubridad Pública de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, en colaboración con la Misión de Salubridad y Asistencia y Habitación del instituto de Asuntos Interamericanos (IAI) patrocinó un estudio de campo con el propósito de suministrar antecedentes que permitieran un planeamiento integral de los problemas de salubridad en Los Tuxtlas. En esa investigación participaron cinco personas: Héctor García Manzanedo y su esposa Catalina Gárate de García, ambos de la Dirección de Estudios Experimentales, Isabel Kelly del Instituto de Asuntos Interamericanos, Yolotl González y María Eugenia Vargas, estudiantes avanzadas de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, que es una dependencia de la Secretaría de Educación Pública. Las dos jóvenes mencionadas acompañaron al grupo para recibir una práctica de campo bajo la dirección de la asesora del IAI.

El presente informe es el resultado de la investigación de campo así patrocinada y se basa en aproximadamente nueve semanas de residencia en Santiago Tuxtla, desde fines de enero hasta principios de abril de 1955. Por diversos motivos se escogió Santiago como centro de operaciones. En primer lugar, a causa de lo complejo de la escena cultural local, se consideró que el estudio concentrado en un poblado determinado sería más productivo que una serie de estudios superficiales en varios distritos de la misma zona. En segundo lugar, no obstante ser lo suficientemente grande para que se le considere como centro urbano, Santiago se encuentra libre del complejo de “gran ciudad”, que al parecer aflige a San Andrés Tuxtla. 

En tercer lugar, la población de Santiago muestra un patrón de estratificación que es muy general en todos los centros urbanos de la zona. Por una parte, su núcleo dominante mestizo está formado por gente que disfruta de privilegios económicos y sociales. Por otra parte, su sector llamado indígena, mucho más numeroso vive circunstancias notablemente menos favorables. En Santiago, el núcleo mestizo ocupa el centro del pueblo en torno de la plaza principal, mientras que la población de los alrededores, dividida en barrios, es predominantemente del grupo que en la localidad se considera indígena. Como consecuencia pudimos conocer en Santiago mismo la cultura de los dos principales segmentos de la población. 

Finalmente, y esto no fue la consideración menor, los señores García habían pasado anteriormente dos meses en Santiago Tuxtla, en compañía de la doctora Betty W Starr, antropóloga entonces adscrita a la universidad de Chicago. En consecuencia, conocían relativamente bien la localidad. A través de correspondencia, la doctora Starr tuvo la bondad de dar una orientación general y de proporcionar mediante sus notas de campo algunos datos sobre estadísticas vitales.

En Santiago, nuestros informantes fueron demasiado numerosos para poder mencionar individualmente a cada uno, pero debemos expresar particularmente nuestro agradecimiento a nuestros anfitriones, la familia Martínez, del barrio de Xogollo.(2) De esa familia, don Norberto y la señorita Nieves y Susana Martínez fueron nuestros infatigables colaboradores. En un barrio habitado en gran parte por la gente llamada indígena, la familia Martínez goza de gran prestigio y nuestra asociación con ella nos ayudó materialmente en establecer contactos con los informantes de este barrio. En Santiago mismo nuestro trabajo fue especialmente intenso en el barrio de Xogollo, porque era manifiestamente ventajoso estudiar la zona en la que, desde el principio, estábamos bien auspiciados, en lugar de tratar de establecernos en otra parte. Tenemos confianza en que los datos de Santiago son aplicables en gran escala a la zona de Los Tuxtlas considerada en conjunto. Sin duda, existen marcadas diferencias entre los varios centros urbanos, por ejemplo, la vida en San Andrés Tuxtla parece enfocarse principalmente en actividades comerciales; Catemaco, una comunidad pesquera en la orilla del lago del mismo nombre, es a la vez sede religiosa y, puede decirse que Santiago, centro cuya importancia ha declinado desde el siglo XVI se especializa en el conservatismo (sic). En otras palabras, los diversos centros urbanos tienen su sabor propio.

Sin embargo, creemos que los patrones culturales que prevalecen en el sector mestizo de Santiago se encuentran duplicados en otras partes, entre los sectores paralelos. Y desde luego, la vida de los barrios de Santiago se parece mucho a la que se encuentra en las áreas correspondientes de otros centros urbanos, así como también en las pequeñas comunidades rurales del interior. En otras palabras, aunque muchos de los datos del presente informe surgen concretamente de investigaciones hechas en el barrio de Xogollo, de Santiago Tuxtla, tienen más extensa aplicación. Xogollo es simplemente una zona representativa donde, con esfuerzo mínimo, pudimos trabajar efectivamente.

 En el presente informe, nuestros objetivos son amplios, al mismo tiempo que son concretos. Nuestra finalidad general es trazar un bosquejo de la cultura local. En vista de que esto ha de ser principalmente de provecho para los especialistas de los diversos ramos de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, se han escogido datos y se ha hecho hincapié sobre aquellos aspectos de la cultura que son especialmente pertinentes, por ejemplo, la composición de la población, la economía, los problemas sanitarios, la habitación, la alimentación, las costumbres relacionadas con embarazo y parto y la medicina tradicional.

En forma más concreta esperamos dar al mismo tiempo una serie de sugestiones(3) definidas, de modo que los servicios de salubridad ya existentes pueden ajustarse a la cultura local, en tanto que los apenas inaugurados puedan estar de acuerdo desde un principio con ella. La parte principal del presente estudio se dedica a enmarcar el panorama cultural en general. Sin embargo, en el capítulo final trataremos de presentar sugestiones (sic) en específico acerca de los diversos aspectos del programa de salubridad. Debe recordarse que los varios campos de la salubridad pública se encuentran entrelazados; como consecuencia, algunas de nuestras recomendaciones pueden aplicarse igualmente a las actividades de la Dirección de Educación Higiénica de Ingeniería Sanitaria o de Bienestar Social Rural, o bien, a las de Servicios Coordinados y Educación. 

“Caliente” vs “frío” (págs. 83 – 87) 

La antítesis de “caliente y frío” aparece de cuando en cuando entre las enfermedades sobrenaturales; pero cuando examinamos las enfermedades naturales es de máxima importancia. Algunas dolencias se atribuyen a un resfriado, otras como el sarampión están ocasionadas por el calor dentro del cuerpo del paciente. Cierto número de enfermedades se haya completamente fuera del concepto que así se discute, pero son poco frecuentes. Varias de las declaraciones representativas acerca de lo “caliente” y lo “frío” se dan a continuación:

Todas las enfermedades del estómago son “frías” porque producen “obradera” (diarrea); pero si con las enfermedades viene calentura, entonces la enfermedad es “caliente”. 

El paludismo viene de asolearse y de mojarse [después]. 

El bocio es “frío” porque cuando hace mucho frío o hay humedad, duele mucho.

El dolor de garganta es “frío” porque viene de mojarse. 

El hipo siempre es “frío” porque viene del frío o de mojarse o porque se comen cosas “frías”.

A veces el tratamiento se basa en neutralizar a una enfermedad caliente con un remedio frío o viceversa. 

Mucha gente cura las enfermedades como no debe. Por ejemplo, la gripe es “caliente” y utilizaron cosas “calientes” para curarla. Claro que no les da resultado. 

El tétano es “frío” porque da por mojarse o porque se enfría la persona. Se cura con… cosas “calientes”, para que quemen y “calienten” a la persona. 

La tosferina viene de frialdad. Se cura poniendo plantillas calientes en los pies. 

El paludismo es del “calor”, se cura con [la planta llamada] choteten (sic) y aguardiente, ambos “frescos”. 

El dolor de cabeza es “caliente” y quiere para curarlo cosas “frescas”. 

Ilógicamente, en algunos casos el tratamiento recomendado, o la medicina, es de la misma categoría “caliente” o “fría” que la enfermedad. Así: 

La irritación de los ojos es “caliente”, se cura con leche humana, que es caliente también. 

Para aumentar la confusión se dice que algunas enfermedades comienzan siendo “frías”, pero que se convierten en enfermedades “calientes”.

Otras ideas generales

Los conceptos de la gente de Santiago son vagos en lo que se refiere a la medicina preventiva. Se dice que algunas enfermedades sobrenaturales pueden evitarse tomando precauciones adecuadas,  pero que pocas de estas precauciones están asociada con enfermedades naturales. Para evitar la tosferina se cuelga en el cuello del niño una bolsita de tela roja, llena de raíz de zorrillo. En términos muy generales, se cree que una alimentación bien equilibrada de alimentos “calientes” y “fríos” conduce a la buena salud.

La medicina preventiva moderna ha tenido aceptación en el tratamiento del tétano y muchas personas se dan cuenta de las ventajas que proporcionan las inyecciones anti-tétanos. Por medio de los Servicios Coordinados se vacuna a los miembros de la comunidad contra la viruela; los informantes cuentan que hace mucho tiempo que la población en general ha sido inmunizada, pero a los niños de escuela se les vacuna por lo general cada año. Algunos ciudadanos locales creen que una sola inmunización es eficaz para toda la vida.

Claramente, las nociones populares acerca de la transmisión de las enfermedades tienen relación con cualquier programa de salubridad. Acerca del contagio los informantes tienen ideas confusas. Algunos hablan con suficiencia acerca de los microbios; por ejemplo, según unos, la diabetes se atribuye a un microbio. Lo mismo dicen otros acerca del tétanos; y una [informante] expresa duda:

Dicen que el tétanos depende de un microbio que hay en la tierra. Pero no creo yo que pueda ser porque a unos les da el tétano y a otros no. Cuando les entra una nigua [que infecta] y resulta el tétanos, puede ser que la nigua lo trae. Se me hace que el tétanos es una infección.

Varias personas están convencidas de que el tétanos se transmite de individuo a individuo mediante el contacto, por el sudor. 

Una observación anterior acerca de la tuberculosis produce la impresión de que no se tiene ninguna idea sobre su transmisión de una persona a otra. Pero no es ese el caso. Se nos dice que la tuberculosis puede ser hereditaria. Que puede transmitirse de abuelos a nietos sin que se haya hecho evidente en la generación intermedia. Varias personas nos previenen que la enfermedad puede contraerse, si se llevan alhajas de oro anteriormente usadas por una persona tuberculosa. Una informante hizo una complicada declaración acerca de la tuberculosis ligándola con lo “caliente” y lo “frío” y poniendo muy en claro, sus ideas acerca del contagio:

La tisis viene de que se “ventean”. Vienen calientes y beben agua. Después sienten una cosa caliente en el pecho y empiezan a estar malos. A veces viene de herencia, de contagio. Así se mueren todas las gentes de una familia.

Hay tres clases de tisis. (1) La que le da a la gente gorda; no adelgazan y es porque el pulmón se les esponja. (2) La que le da a la gente flaca, porque el pulmón se seca. (3) La tuberculosis, que es la más mala. Se malea(sic) en el pecho y no puede comer. Porque se le pone como una llaga por dentro. Es la más contagiosa; los enfermos, no deben ser visitados. La familia riega cal en el piso de la casa para evitar el contagio.

Se cuenta con pocos informes acerca de la importancia que alcanzan las enfermedades venéreas en Los Tuxtlas. Al parecer no están muy extendidas, aunque algunas veces se señala la sífilis, en relación con los niños que nacen muertos o que mueren en la primera infancia. Los comentarios acerca de los “flujos” o “flores blancas” pueden referirse, en parte, a la gonorrea. Por lo menos, algunas informantes se dan cuenta de los medios de transmisión, porque se nos dice que la enfermedad ordinariamente sólo ataca las mujeres promiscuas. Sin embargo, una persona cree que procede o de “enfermedad de la sangre” (expresión común en otras partes de México que se aplica a los males venéreos) o de comer frutas durante el periodo menstrual. Otro atribuye el flujo a la anemia. Una comadrona dice que se debe a los riñones, los cuales se afectan cuando una mujer lava ropa en el sol y se baña después. 

Desgraciadamente, no logramos obtener opiniones acerca de la transmisión de las enfermedades infantiles, tales como el sarampión y la tosferina. Los registros de defunciones indican que en años pasados ha habido mortalidad apreciable por ambas causas, y que los informantes debieron tener oportunidad de observar, por propia experiencia, el carácter infeccioso de tales enfermedades. 

En relación con una reciente aparición de sarna (rasquiña), una informante parece tener una actitud fatalista; pero otra se da cuenta de que interviene el contagio. 

Antes no hubo de esta enfermedad; hace como un año que se presentó. Pica mucho. Viene cuatro veces siempre. No es de muerte, pero dan calenturas y fríos y mucha comezón. Si uno se baña, nace más. 

No me gusta que se bañen en el río los niños, porque hace poco hubo mucha rasquiña; todo el mundo la traía. Mi hermana se baña a diario, y no en el río, pero todos los de su familia estaban llenos de rasquiña. Yo creo que eso más bien era porque la persona que le lava la ropa lava de varias partes y por allí se habrá pasado el contagio.

Se cree que ciertos fenómenos naturales tienen relación con las enfermedades. Se dice, por ejemplo, que los días de canícula traen consigo enfermedades. Así:

La canícula entra el 20 de julio, pero sus efectos empiezan desde el 15, cuando la canícula llega entran todas las enfermedades: la calentura, ronquera, tos. Es el tiempo en que se mueren muchas gentes… Es como un microbio que entra. Ya el 25 de agosto sale la canícula y pasa un poco la mortandad, pero los efectos se acaban hasta el 3 de septiembre Yo hasta me contento cuando dice el almanaque (Calendario de Galván) que la canícula ya salió. ¡Ya entra la salud!

De paso, puede decirse que los registros de defunción no muestran que la mortalidad aumente durante los días de la canícula. 

Se cree que la luna influye mucho sobre la salud. Su relación con la enfermedad periódica de las mujeres, la citan con frecuencia los informantes, y más adelante hacemos notar los efectos de un eclipse sobre el feto.

Un niño que nace durante el período de luna llena es gordo y sano, uno que nace en el cuarto menguante es delgado y enfermizo, al igual que el que nace inmediatamente después. Se dice que una persona muere durante la fase de la luna que corresponde a aquella en que nació. Quienes duermen con la luz de la luna sobre el rostro pueden quedar ciegos y una madre joven afirma que su niño había padecido ataques el quinto día después de cada luna llena.

El “relente” es el frío que se siente al amanecer (y según un informante ocurre también al anochecer). Es “muy dañoso”, y por esa razón, una mujer declara que no puede ir a comprar lo necesario para el desayuno en las primeras horas de la mañana. También se evita el sereno como dañoso (sic). Se anotaron algunas curiosas creencias al respecto:

Al salir el sol, el sereno sube. Un señor vació un huevo y llenó el cascarón de sereno y se iba subiendo, subiendo el huevo [en el aire]. 

Yo me imagino que por ser las gotitas tan chicas, se enfrían más, y entonces es más “fresco” [el sereno]. 

En Los Tuxtlas, al igual que en ciertas otras partes de México, se ponen al sereno algunos remedios antes de administrársele al paciente. En resumen, los datos de este capítulo pueden concretarse de esta manera: (1) el tratamiento profiláctico no figura mucho en la medicina tradicional de Santiago, por lo menos en relación con las enfermedades naturales; (2) algunos informantes tienen nociones acerca de la índole contagiosa de ciertas enfermedades, pero las ideas no están claramente definidas; y (3) se creen que ciertos fenómenos naturales tienen relación con las enfermedades.

Notas

1 Masferrer Kan, Elio y Verónica Vázquez Valdés, “Los totonacos a través de la mirada de Isabel Kelly”, en Dimensión Antropológica, vol. 57, enero-abril, 2013, pp. 161-177. Disponible en: http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=9962

2 Así aparece en el texto original de la antropóloga Isabel Kelly.

3 Debe entenderse como “sugerencias” las veces que esta expresión es usada en este texto [Nota de los Editores].

4  (Nota 49 en el texto original) De acuerdo con un informante, la semilla “hembra” de la planta llamada “cunduacán” es útil contra el mal de ojo, cuando se combina con cuentas de coral y las usa el niño como brazalete. Otro medio para evitar el mal de ojo ha sido mencionado anteriormente (p. 65). El mal viento no ataca a quienes toman la precaución de ir acompañados por una niñita. El agua bendita, tomada el sábado de gloria, vuelve inmune a quien la toma contra la hechicería.

 

Revista en formato PDF (v.10.1.0):

 

mantarraya 2

El otro Tomás Segovia

La Manta y La Raya # 10                                                                marzo 2020 _________________________________________________________________________

El otro *

                                        Tomás Segovia 

 

Mario Hernández

 

Hasta el cuarto donde estoy tratando de proseguir mi tarea de traducción, me llegan desde la huerta las voces de Jesús y don Andrés. Imposible continuar, hablan demasiado alto. No les es tan fácil entenderse, en ese español que cada uno usa de diferente manera: el uno a la manera del huertano murciano, que llaman panocho; el otro a la manera del campesino veracruzano que llaman jarocho. Sin darse cuenta, van subiendo cada vez más la voz, como si así se dieran a entender mejor. Panocho y jarocho riman, pienso bobamente. No son las únicas cosas que han rimado aquí estos días, que nos han dado repetidamente esa gozosa sorpresa saboreable que da una rima bien encontrada.

Don Andrés, sesentón con gafas, algo mayor que Jesús es, como éste, campesino hasta los huesos. Pero además toca la jarana, la guitarra de son y sobre todo la jarana requinto. Nunca ha visto un pentagrama y apenas podría poner por escrito, a trompicones con ortografía, las coplas que canta de memoria. Pero estoy seguro de que si yo hiciera oír a algún culto ciertos fragmentos de improvisaciones suyas al requinto que tengo grabadas, lo pondría en un aprieto preguntándole si son o no son de Bach. Su padre fue músico, su abuelo fue músico, algunos de sus hijos son músicos y sus hijas bailadoras. Uno de ellos, Octavio, de 22 años, está con él. Toca los mismos instrumentos que su padre, y maravillosamente, el arpa veracruzana. Forman parte de un conjunto que toca sones de su tierra y que desde hace unos años, en la ciudad de Veracruz (en el puerto como dicen ellos), se dedica a recoger y transmitir esa tradición, no sólo rescatando coplas y músicas de esa parte de México, sino enseñando a construir los instrumentos, a tocarlos, y a bailar esos zapateados con el torso inmóvil y suelto que son típicos de la región. El conjunto vino hace poco a la Exposición de Sevilla, donde por supuesto no les hicieron ni mucha publicidad ni mucho caso. El alma del grupo y promotor de esas actividades que acabo de decir, Gilberto, es viejo amigo mío, y después de Sevilla él y otros vinieron a verme a mi casa de la huerta, murciana. Se alojaron allí porque los presupuestos, ya se sabe, los de México y España como los de cualquier país, tienen demasiados gastos de publicidad, ceremonias, visitas oficiales, instalaciones, personal administrativo, para poder pagar un modesto hotel a unos músicos extraordinarios pero de poco valor político-publicitario, campesinos ellos, provincianos ellos, y que de todos modos van a tocar porque, Dios los perdone, aman más la música que el dinero y hasta que las entrevistas en la televisión o en las revistas a todo color.

La aman tanto, que en mi casa no paraban de tocar a cualquier hora y sin necesidad de ningún pretexto. Pero yo tengo en Murcia, algunos amigos tan poco postmodernos como estos jaraneros, tan atrasados de noticias que siguen entusiasmándose con la buena música, la buena pintura, la buena literatura, con la autenticidad, la calidad y la verdad, y siguen creyendo, los muy ingenuos, que esos son valores que algunas cosas tienen de por sí, no porque se los hayan conferido las bienales, los catálogos y currícula, las famas o las modas o las connivencias con el poder. De modo que se apasionaron cuando oyeron tocar a estos jarochos, comprendieron enseguida que en aquella música que no habían oído nunca había la misma verdad que en la que tanto habían oído en la voz de la Niña de los Peines, de Bernardo el de los Lobitos y del Agujetas. Y se propusieron con asombrosa tenacidad que el grupo fuera invitado a tocar en público en Murcia, y de ser posible en otros sitios de España. 

Bueno, pero no fue fácil, cosa que a mí desde luego no me extraña nada. Ni fácil, ni muy agradable. El festival de folclore del Mediterráneo que se organiza en Murcia, dijo primero que sí, luego que no, luego otra vez que sí, regateó el dinero desoladoramente, los ninguneó de mil maneras y llegó al extremo de que la tarima sobre la que debían zapatear tuvieron que encargarla y pagarla deprisa y corriendo nuestros amigos murcianos. La embajada de México aceptó gastar una pequeña suma que apenas cubría el transporte y el alojamiento (pero también en Madrid había bastantes amigos para alojarlos, siquiera en colchones en el suelo, distribuyéndolos entre varias casas). Cuando ya los músicos estaban en España, la embajada decidió ahorrar esa suma ridícula y no se tentó el corazón para no cumplir la oficialmente prometido. Menos mal que la Caja de Murcia y la Casa de América salieron al quite. De otro modo no habrían podido cubrir ni siquiera los gastos de transporte que ya habían hecho; don Andrés por lo menos no hubiera podido pagar esa deuda, porque este año, en México como en España, la cosecha no ha sido buena. 

Pero lo importante es que acabaron por venir, que acabaron por tocar y cantar, y que Jesús y don Andrés acabaron por hablar. No necesitaron gran promoción ni patrocinio para acabar, cada vez que tocaron, despertando el entusiasmo emocionado de quienes los escucharon, como Jesús y don Andrés no necesitaban en realidad subir la voz para entenderse: ese mutuo descubrimiento real no es estentóreo. Todos los que presenciamos esa brusca llama de amistad entre los dos campesinos no lo olvidaremos nunca. Jesús estuvo todos esos días con las enjutas mejillas encendidas, los ojos relumbrantes, la boca sonriendo o riendo de par en par, los brazos casi siempre alzados como si esas explicaciones que daba con la sonora alegría con que se da una buena noticia, no quisiera sólo decirlas, sino bailarlas. Apenas podía creer que ese músico que tanto habíamos esperado, que aplaudíamos a rabiar, que había grabado casetes, fuera un hombre de la tierra como él, menos familiarizado incluso que él con la televisión, los aviones, los coches, que no podría ir a sus sembrados en vespino (1) como él, porque nunca se ha subido a uno, sino que sigue yendo a caballo hasta su milpa. Don Andrés, cuando no estaba punteando su requinto por algún rincón, deambulaba por la casa haciendo tiempo hasta la llegada de Jesús, para irse entonces con él a la huerta y sentirse por fin a sus anchas. Parece mentira, pero fue la semana pasada, después de esos famosos 500 años, cuando un huertano español enseñó a hacer injertos a un campesino de América, que a su vez explico a aquél cómo se cultiva el café.

Esto no sucedió en ningún “foro”, ni entre dos aparatosos discursos, ni ante las cámaras de televisión. Sucedió entre dos hombres, y sucedió entre dos culturas que esos hombres, como sus frutales, sus hortalizas, han chupado de la tierra y no de la publicidad o de la enseñanza patriótica con sus fórmulas propagandística, sucedió en medio de unos amigos sin ningún programa ni ambición particulares, en la penumbra olorosa de la huerta, en una clase de libertad de la que estamos perdiendo hasta la memoria. 

El día que tocaron en el pueblo, don Andrés se acercó al micrófono tropezando un poco con él, para dedicar su improvisación “a un amigo que se llama Jesús”. En ninguno de los interminables discursos que las celebraciones de Quinto Centenario han hecho pulular, puede sonar así la verdad en la palabra “amigo”. Don Andrés acabó por decir “patata” en lugar de “papa”, para que le entendieran. Jesús aprendió que el higo chumbo se llama tuna y comió nopales, o sea, pencas de chumberas (que tampoco llama así, sino “paleras”), que abundan en su tierra sin que nadie sepa que se comen.

¿Encuentro de culturas? Pero ¿dónde se produce? Ningún programa oficial enseñará eso a unos campesinos separados por un océano. Yo sigo convencido de que este encuentro de verdades hubiera podido producirse sin las pocas coincidencias relacionadas con la celebración que lo favorecieron, gracias a otras coincidencias que hubiéramos aprovechado o provocado, como lo hicimos en realidad. Es cierto de todos modos que tal como sucedió, esas coincidencias existieron y ayudaron. Pero tuvimos que luchar bastante, y esa lucha era contra las instituciones encargadas, según declaran de favorecer ese encuentro. Sé que puedo aceptarse que vaya lo uno por lo otro. Sólo que por eso mismo no hay que olvidar que hay lo uno y lo otro, y yo por supuesto no me atrevería a hacer balance, pero ese balance existe.

 


(*) Este texto aparece incluido en el libro Monogramas, recopilado por Juan Pascoe y editado en segunda edición por la Universidad Veracruzana en su colección Ficciones. La primera edición de Monogramas fue hecha por el taller Martín Pescador en 2004. Los editores de La Manta y La Raya agradecemos la generosidad de María Luisa Capella quien nos autorizó reproducir este texto del maestro Tomás Segovia. De igual manera queremos hacer patente nuestro agradecimiento con Francisco Segovia y Juan Pascoe por sus amables gestiones.

(1) Se refiere a un ciclomotor de patente española también conocido en México como bici-moto. Las cursivas son de los Editores.

 

Revista en formato PDF (v.10.1.0):

 

mantarraya 2

 

Citlali Malpica. In memoriam

La Manta y La Raya # 10                                                                 marzo 2020 ________________________________________________________________________

Citlaly Malpica

 In memoriam

 Armando Herrera Silva

 

Pablo Emiliano

Versadora repentista, instructora, buena conversadora, entre otras virtudes, Citlaly Malpica, nos ha dejado honda huella, pues no sólo era una excelente poeta, sino que su personalidad irradiaba una especie de candor que hacía sentir bien a quien se paraba a platicar con ella. 

El año pasado, hacia marzo, me hizo llegar una serie de poemas con la finalidad de que trabajáramos un libro, pues le hacía mucha ilusión tener una publicación con parte de su obra. En cuanto tuve sus escritos, me puse a revisarlos, tratando de seguir un orden temático. Le comenté que me parecía que la totalidad de poemas enviados eran pocos como para hacer un libro, pues no llegaban a 50 cuartillas, por lo que le propuse incluyéramos junto a sus versos, como parte del libro, su historia de vida. Desde luego, le gustó la idea, además, se trataba de un formato que ya he trabajado con distintos artistas populares, como don Constantino Blanco Ruíz, “Tío Costilla”, don Guillermo Cházaro Lagos o don Artemio Villeda Marín.

Recuerdo que solía platicar que su madre, desde muy pequeña la motivaba a versar, así que a temprana edad aprendió este arte. Pensé incluso, que el encierro de la pandemia podría ayudar a armar de buena forma su historia, pues hay que decir que a Citlaly, la vida no la trató nada bien desde pequeña.

La conocí en 2013; recuerdo a una muchacha guapa, muy delgada que trabajaba en una panadería y que en esa época se había lastimado un pie, lo cual afectaba sus clases que también daba de zapateado jarocho. Adriana Cao Romero la había traído a vivir a su casa, el “Hostal Quitapesares”, como bautizamos su departamento en la colonia Letrán Valle, hacia el sur de la ciudad de México, en donde yo también estaba viviendo ─ el corazón de Adriana es tan grande, que siempre ha estado ahí, para abrazar o ayudar a los amigos cuando han necesitado de algún apoyo, y ese era el caso, en ese momento, con Citlaly. 

Lamentablemente, esta segunda parte de su libro que veníamos planeando ya no pudimos hacerla, pues la vida misma le había marcado un destino corto. Citlaly murió el 10 de marzo del año 2021, apenas había cumplido 29 años. Por esto me parece importante que La Manta y La Raya publique en este número una pequeña muestra de sus trabajos, pues al igual que casi todos los versadores repentistas, la mayor parte de su obra quedará en el olvido si no se tiene un registro de ésta, pues prácticamente cada vez que se subía a un tablado, de su boca salían versos como mariposas que al viento volaban.

Así que vaya este pequeño, pero muy sentido testimonio, como homenaje a nuestra querida y recordada amiga Citlaly Malpica.

tir de una revisión organográfica de las tarimas en géneros musicales “zapateados” de la costa del Pacífico mexicano, analizaré las hipótesis que postulan actualmente algunos investigadores acerca del origen de las tarimas de percusión que se conservan en dicha

 

 

Revista en formato PDF (v.10.1.0):

 

mantarraya 2

De bailes, fandangos y tarimas. Dilemas de un origen.

La Manta y La Raya # 10                                                                   marzo 2020 _________________________________________________________________________

De bailes, fandangos y tarimas.                             Dilemas de un origen

Alejandro Martínez de la Rosa

 

 

A partir de una revisión organográfica de las tarimas en géneros musicales “zapateados” de la costa del Pacífico mexicano, analizaré las hipótesis que postulan actualmente algunos investigadores acerca del origen de las tarimas de percusión que se conservan en dicha macroregión. Haciendo hincapié en las particularidades existentes en las costas del Sur, Norte y Occidente de México, fundamentaré por qué tales hipótesis están mal planteadas puesto que un estudio que se circunscriba a un enfoque organológico unificador (las tarimas de percusión) antes que a la acción musical que produce el sonido (las variantes del baile-zapateo), provoca que las propuestas sobrevaloren únicamente alguna de las variantes de ejecución de tales idiófonos.

Primeras clasificaciones del 

complejo baile-tarima

Así como la marimba despierta incógnitas y debates con relación a su origen –hasta el punto de falsificar pruebas debido a su implicación con cierto nacionalismo–,(1) en el presente artículo mostraré algunas premisas sobre el origen de un instrumento que se encuentra actualmente en uso en varias zonas de la costa del Pacífico mexicano: la tarima de percusión. Por supuesto, aunque el instrumento aparece en varias tradiciones musicales de México, abordaré inicialmente los que tengan relación con los conjuntos de arpa de la costa del Pacífico.

Arturo Chamorro definió en su libro Los instrumentos de percusión de México que las “tarimas de percusión” son idiófonos de golpe directo que resultan “del ensamble de tablas o de la manufactura en una sola pieza de madera, que se percute mediante ‘zapateo’, por golpe directo con los pies, en acción de danza”, las cuales tendrían como ejemplo “los ‘entarimados’ sobre los cuales se bailan actualmente algunos géneros tradicionales como el huapango y el son jarocho”, y añade que dichos bailes son “influenciados por el ‘zapateo andaluz’”.(2) De la anterior definición puedo proponer la siguiente hipótesis de investigación, si bien la tarima hecha a base del ensamble de tablas se observa en ambas costas del país –costa del Pacífico y Golfo de México–, las tarimas de una sola pieza de madera actualmente sólo se encuentran en la costa de Pacífico –y su hinterland–, lo cual nos indica una delimitación sugerente para proponer que tuvieron un origen o una difusión que no se dio en la costa del Golfo. 

Gabriel Saldívar mencionó en 1935 que, en México, las “variedades de zapateados […], con el tiempo, adquirirían características diferenciales, naciendo en una costa el Huapango mestizo y en la otra un baile semejante, el de Tarima, también mestizo, teniendo ambos sus ancestros, por línea directa, en los mitotes y ximiotes de que se hacen lenguas los antiguos cronistas”.(3) El estudioso delimita aquí características diferenciadas en dos macroregiones, que –paradójicamente– son semejantes. El ensayo no ahonda más en diferencias y semejanzas específicas. La cuestión es que habla, líneas más arriba, de un origen común del jarabe: “danzas zapateadas españolas”, que con el tiempo se diferenciarán debido a “un nuevo temperamento y a una nueva manera de sentir”. No obstante, queda la pregunta si el origen son las danzas zapateadas españolas o los mitotes y ximiotes. El autor responde así:

el nombre mismo del Huapango (de cuahuitl leño o madera, ipan sobre él, co lugar) sobre el tablado que diríamos nosotros, nos está indicando su procedencia autóctona; y, por otra parte, la estructura y desarrollo de la danza tanto en la música como en el baile, nos habla de sus antecesores la Seguidilla y el Fandango. En cuanto a los Bailes de Tarima, se puede asegurar idéntico origen, recibiendo en la actualidad el nombre de Jarabes, cuando se verifican en los estados de Nayarit, Durango, Colima, Michoacán, Jalisco y alguno otro que se me escapa.(4)

 

 

Revista en formato PDF (v.10.1.0):

 

mantarraya 2

Las formas de medir y contar de los abuelos

La Manta y La Raya # 10                                                                 marzo 2020 _________________________________________________________________________

Las formas de medir y contar de los abuelos

Andrés Moreno Nájera

 

 

Al triunfo de la Revolución francesa se introduce un método moderno para medir y pesar, capaz de unificar todos los criterios habidos en ese tiempo. El 10 de diciembre de 1799 se aprueba el nuevo sistema de pesas y medidas firmado dicho decreto por Napoleón, denominado: sistema métrico decimal.

En México se introduce y aprueba durante el mandato de Ignacio Comonfort el 15 de marzo de 1857, confirmando y decretando su obligatoriedad en 1861 el presidente Benito Juárez. Mas sin embargo por el analfabetismo predominante, la resistencia a cambiar sus viejas formas de medir y pesar que por generaciones venían haciendo y lo dificultoso de los medios de comunicación era difícil alcanzar el objetivo.

Con la llegada de Porfirio Díaz en 1876 se intensifica el esfuerzo de introducir el sistema métrico decimal, mas sin embargo no se consigue, aunque se logra avanzar en materia de comunicación, se retrocede al sumir al grueso de la población en una miseria lacerante, además de la degradante condición campesina y obrera en las hacienda del país y en las zonas de explotación masiva e inhumana de los mismos, como fueron la región henequenera , la región chiclera, valle nacional etc., donde no tenían la menor oportunidad de instruirse.

Hasta la actualidad quedan reminiscencias de ese antiguo sistema de pesas y medidas que emplearon nuestros bisabuelos.

El trabajo del campo iniciaba con la preparación de las tierras, el campesino acudía a las labores con su chahuastle en la mano para limpiarlas y prepararlas para la siembra. El trabajo lo realizaba por tareas, les pagaban por las que lograba hacer en el jornal. Una tarea era un área de 30 por 30 varas, y cada vara equivale a 0.83m.

Cuando la milpa tenia elotes, estos se vendían y compraban por manos. Después de la pizca, el maíz también se podía vender o cambiar por otros artículos que cubrieran las necesidades del momento y esto se hacía por manos o en zontles; una mano contempla 5 piezas y el zontle 80 manos o un total de 400 mazorcas.

Si el maíz ya estaba desgranado o cualquier otro grano como el frijol y el arroz, entonces se vendía por arroba cuyo símbolo siempre ha sido @ y estaba tasada en 11.5 kilogramos, por esta razón los hombres de campo hacían las canastas de una arroba, media arroba y un cuarto de arroba, rasada, sin colmo.

Si era una cantidad mayor se empleaba la fanega que tenía un peso promedio de 70 kilogramos, pero podía variar también de acuerdo al grano o a los comerciantes. Así la fanega de maíz pesaba 65 kg, la de frijol 75 kg, la de trigo 70 kg, dos fanegas hacían una carga, que era lo que aguantaba un animal de herradura sin forzarlo, para andar largas distancias.

Las cebollas, las flores, las velas de sebo y los cohetes se vendían en gruesas, una gruesa tiene 12 docenas o 144 piezas y media gruesa son 72 piezas.

La leña, los costales de granos, los matules de tabaco se miden en tongas, que varía en cuanto a cantidades específicas, así una carga de leña tiene cien pencas y con diez cargas se hace una tonga.

El tomate chiquito, la chilpayita, la semilla de cilantro se vendía en medidas que eran unas canastitas de junco hechas para tal fin, sustituidas posteriormente por tapas metálicas de algún frasco, donde la marchanta después de la medida daba la ñapa al comprador.

Para hacer una jarana, el campesino medía el grueso de la madera en palmos; los trazos de la caja, el brazo y el clavijero también empleaba el palmo, dedos, cuartas o jemes. Para apuntarlas o trastearlas usaba una cuerda y el oído para definir los sonidos que debía dar cada traste.

La distancia entre un pueblo y otro se media en leguas, que equivalía aproximadamente a 5500 metros, o una hora de camino a buen paso.

El sistema monetario también fue complejo, el campesino ganaba en su jornal un real o un real y una cuartilla si bien le iba con el patrón, el real tenía el valor de 12.5 centavos y equivalía a 2 medios y cada medio a dos cuartillas.

Un peso eran 8 reales, que era igual a 16 medios, o 32 cuartillas, o 100 tlacos, un tlaco era igual a un centavo. Un Imperio era un peso de tiempos del Imperio de Maximiliano acuñado en plata.

Este sistema monetario de México del ayer se expone en esta versión de unas décimas recogida hace unos treinta años en la comunidad de Dos Amates, legado que nos dejó don Simón Baxin, oriundo de Cerro Amarillo de arriba del municipio de San Andrés Tuxtla y corresponden a el canto por argumento mayor del zapateado en la región de los Tuxtlas.

Ahora que estoy en porfía

Quiero ver lo que argumentas

Pá que me saques la cuenta

De plazo te doy diez días

Porque sigue tu osadía

Y quiero bajarte del trono

Claramente a tu abono

Versos con quien comprenda

Dime que tanto arrienda

Cien pesos empleados en manos.

.

Parece cosa sencilla 

O difícil de sacarla

Bien puedes acomodarla

A ochenta por cuartilla

Ya apareció en esta villa

Quien cause tu perdición

Perderás el galardón

Suma la cuenta y veras

Y al momento me dirás

Que cuantas manos son.

.

Comienzo yo los cien pesos

Cien pesos empleados en manos

Quiero subirme del tono

Con tlaco y reales empiezo

Pá que no tengas tropiezo

Un real son cuatro cuartillas

Esto no es cosa sencilla

Pon en consideración

Y dime bien la proporción:

Mil seiscientas maravillas.

.

Ochocientos son dos y medio *

Mil seiscientos cinco reales *

Cuatrocientos seis cabales *

Ochocientos veinte imperios

Seis mil cuatrocientos sin remedio *

Son cinco pesos contados

Doce mil ochocientos sumados *

Son diez pesos sin faltar

Y otros cinco has de agregar

Súmale con cuidado.

.

Comienzo por lo sutil 

Si por cuartillas lo pones

Cierra las numeraciones

Son ciento veintiocho mil *

Esto lo hace un hombre civil

Que en este punto honrado

Con otro te has encontrado

Y lo que te dio este sujeto 

Lo has hallado completo

En la cuenta que te he dado.


 

Revista en formato PDF (v.10.1.0):

 

mantarraya 2

La vergüenza me sujeta

La Manta y La Raya # 10                                                                 marzo 2020 ________________________________________________________________________

La vergüenza me sujeta.                                          Relato de vida de Andrés Vega Delfín

Una entrevista realizada por      Armando Herrera Silva y                   Román Güemes Jiménez

   

F. Garcia Ranz, 1982.

 

Nota introductoria

El presente texto es una entrevista grabada en audio en septiembre de 1994 en Boca de San Miguel, municipio de Tlacotalpan, Veracruz, en casa de la familia Vega Delfín. La transcripción se realizó a lo largo de los tres años siguientes. El texto es fiel al relato de Don Andrés Vega Delfín. Sólo se ordenaron los temas y se eliminaron algunas expresiones reiterativas.

A veintisiete años de haberse realizado esta entrevista, adquiere especial relevancia, en este 2021 que el Güero Vega cumple 90 años, habiéndose consolidado él mismo como verdadero arista popular, convertido ya en un referente del son jarocho; un intenso movimiento jaranero que en ese momento estaba en ciernes y que hoy ha trascendido las fronteras nacionales; una recuperación sin duda de  la fiesta del fandango, además de muchos seguidores que ahora tiene el Güero Vega, inmersos en el mundo del son jarocho y la fiesta del fandango.

En este texto, encontramos un relato ameno, fresco y muy divertido, aunque a la vez  dramático en algunas partes, del acontecer del sotavento veracruzano. Los temas que aborda tienen que ver con la visión de la vida, el trabajo, el entorno natural, la familia y por supuesto, la música y la fiesta del fandango; implican una historia local que sin duda, podemos extrapolarla al hoy casi extinto mundo rural en México.

Por otro lado, hay que decir que hoy, la familia Vega es un pilar fundamental del son jarocho, no sólo por el estilo inconfundible que al son le ha dado Don Andrés Vega Delfín, sino también porque muchos de sus descendientes de segunda y tercera generación son parte imprescindible del mundo del son jarocho.

Por último, comentaré que esta entrevista es parte de una serie de relatos que denominamos “Testimonios del Mago Papaloapan”, en los que se hizo registro de las historias de vida de varios músicos y poetas de la Cuenca del Río Papaloapan, en el sur del Estado de Veracruz, realizados por Román Güemes Jiménez y un servidor, entre 1994 y 1996.

Vaya pues el presente relato como homenaje a este patriarca del son que mucho le ha aportado a la música popular de México.

Armando Herrera Silva


 

Revista en formato PDF (v.10.1.0):

 

mantarraya 2

Tlacotalpan: retrato y paisaje. Javier Manzola

La Manta y La Raya # 10                                                                  marzo 2020 ________________________________________________________________________

Tlacotalpan: retrato y paisaje

Javier Manzola   

Una muestra del quehacer fotográfico de Javier Manzola se presenta en este portafolio integrado por imágenes captadas durante las fiestas de la Virgen de La Candelaria de Tlacotalpan; la selección hecha gira alrededor de dos temas principales (aunque no los únicos) que aborda Javier en su obra fotográfica: el retrato, instantes fugaces e irrepetibles, y el entorno local, aparentemente estático, y su arquitectura vernácula. 

Es alrededor de los fandangos callejeros que se organizan en esos días de fiesta, alejados desde años de los espacios céntricos del pueblo, en donde Javier Manzola captura imágenes entrañables. Retratos en su mayoría de personas aficionadas al son jarocho, al zapateado, al verso… , reunidas en las noches alrededor de la tarima, o en la madrugada en la iglesia cantando, o a las primeras horas de la mañana después del fandango, o al mediodía jugando un partido de béisbol. Momentos y experiencias colectivas especiales, de gran empatía y sincronicidad, que se refleja en las personas que descubre y retrata Manzola Momentos expresivos, radiantes, desprevenidos, naturales, sin duda felices en muchos casos. Evidencias irrefutables de los estados de dicha y éxtasis que se pueden experimentar entre la colectividad que se reune alrededor de un fandango jarocho. Visiones únicas que se repiten una y otra vez y que repican como campanas. 

Por otra parte, Javier nos comparte una pequeña selección de fotografías del paisaje local de Tlacotalpan, su arquitectura deslumbrante y “las cosas que se pueden ver en el cielo”, dijera Jung, en conjunción con los astros.  

Una mirada que observa, atenta, siempre discreta, es la de Mazola, quién tiene la capacidad de hacerse “invisible”, una cualidad muy apreciada entre los fotógrafos y que se refleja en su obra. Hay personas que piensan que la felicidad es un instante, sin duda muchas de las fotos incluídas en este portafolio captan ese instante. 

Nos sentimos afortunados de poder publicar este portafolio que nos comparte Javier Manzola y desde luego dispuestos a seguirle la pista, a donde quiera que vaya nuestro amigo con su aparato para hacer fotos.

 Los Editores

 

 

 

Revista en formato PDF (v.10.1.0):

 

mantarraya 2

 

IV Encuentro de Son Tradicional Veracruzano de Raíz Cubano

La Manta y La Raya # 10                                                                 marzo 2020 ________________________________________________________________________

Cuarto Encuentro de Son                                Tradicional Veracruzano                                        de Raíz Cubana                                                            Un acercamiento a la música, sus                                    intérpretes e historia

Son de La Loma    Son Raza de Bronce   Son del 21       Quinteto Mocambo   Son como Son del Callejón                  Orquesta Moscovita de la UV  Los Veracruzanísimos Pregoneros del Recuerdo

Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC), 2015

 

Julio Torres Lara

 

Aunque existe cierta fascinación por atribuir a las prácticas y tradiciones musicales un origen único, una autoría con nombre y apellido o, incluso, un único y específico lugar de procedencia (“lugar mítico donde todo comenzó”), lo cierto es que al mirar y escuchar de cerca y con serenidad  la dinámica y desarrollo de las prácticas musicales, lo que uno constata es su enorme dinamismo, su emergencia y constante transformación a partir de influencias diversas, circulaciones, re-significaciones, préstamos culturales a diestra y siniestra, apropiaciones e invenciones que expresan la convergencia de improntas, emociones, instrumentos y temporalidades distintas. En suma, las tradiciones musicales expresan la viveza de la existencia humana en todo su esplendor. 

Estas imaginaciones alcanzan las entrañas al escuchar el disco editado en 2015 por el Instituto Veracruzano de la Cultura de Veracruz (IVEC), bajo el abigarrado título de “Cuarto Encuentro de Son Tradicional Veracruzano de Raíz Cubana”. Se trata, como puede constatarlo el escucha mientras se suceden uno tras otro los números de esta producción, de un disco de son montuno veracruzano, es decir, integrado con piezas compuestas e interpretadas por lo mejor de la escena sonera contemporánea del inmortal Puerto de Veracruz. ¿Por qué ponerle un título tan rebuscado parece legítimo preguntarse? ¡A saber! Quizá fue un término o expresión que los propios músicos sugirieron o, tal vez, un título que se le ocurrió a alguien para enfatizar lo “propio” de una tradición musical que, se sabe bien, llegó procedente del oriente cubano. Lo que sí se puede afirmar es que esta grabación es una muy bien lograda producción musical coordinada y dirigida, ni más ni menos, que por el ya legendario músico jarocho Arturo “Arturito” Pitalúa, director de Los Veracruzanísimos Pregoneros del Recuerdo. Y esto hace que sea preciso reconocer a la Subdirección de Desarrollo Regional Cultural del IVEC por el acierto de esta iniciativa.

Contra viento y marea el son montuno se encuentre presente y vigente en el gusto de los porteños jarochos. Para ello, las distintas agrupaciones que participan en esta producción –y otras más que conocemos bastante bien en el Puerto– tienen todo el protagonismo y responsabilidad. Las y los bailadores tienen, por supuesto, otra parte importantísima del crédito. Lugares emblemáticos en la vida festiva del puerto, como Villa del Mar, el callejón de La Plazuela de La Campana, el callejón de La Lagunilla o el siempre sorpresivo complejo Zócalo-Los Portales, siguen siendo un refugio para los gozadores del son montuno, la guaracha, el danzón, el bolero o la rumba. Es justo decir también que una parte de ese crédito habrá que reconocerle al equipo de trabajo del IVEC que, a pesar de maltratos, recortes interminables y despotismos de funcionarios de ocasión, siguen comprometidos por fortalecer, desde la parte institucional, la diversidad cultural del estado. No sólo con la realización de este Encuentro sino también a través del Festival Internacional Afrocaribeño, donde el son montuno ocupa un lugar privilegiado. Por esta razón sólo se puede aplaudir la aparición de este disco y desear que en un futuro próximo se pueda escuchar (o descargar incluso de manera gratuita) desde la página de internet del propio IVEC.

Si la memoria no nos falla, en 2012, en ocasión de uno de estos primeros Encuentros de Son Montuno Veracruzano organizado por el IVEC se planteó la importancia y utilidad que tendría hacer un registro del importante acervo de piezas musicales que, aglutinadas bajo el genérico nombre de son montuno (en referencia al son que empezó a bailarse en el monte y oriente cubano), han sido compuestas por veracruzanas y veracruzanos, apropiadas, bailadas y cantadas por la jarochería en los espacios festivos del Puerto de Veracruz. Tras algunos años de espera esta idea pudo realizarse y contamos ahora con este fantástico documento musical que, nos gustaría pensar, muy pronto estará acompañado por varios fonogramas más, hasta constituir –por qué no, se vale soñar- toda una serie y acervo que documente, recupere y reactualice las distintas maneras en que el pueblo jarocho ha hecho suyo y expresado el son montuno. Estoy seguro que a Nacho León le habría gustado mucho conocer este disco. El recordado arqueólogo Ignacio León fue el iniciador, a mediados de los años noventa del siglo pasado, de los primeros encuentros de son montuno en el puerto jarocho desde su lugar, El Rincón de la Trova, un espacio que se volvió parada obligada para los bailadores locales y foráneos en busca de buena música y mejor ambiente, y donde los parroquianos se deleitaban bailando al son de la música que en aquel lugar hacían músicos que habían formado parte de la mítica agrupación porteña Son clave de oro, pero también otras agrupaciones estelares de la escena sonera veracruzana.

De dónde viene, cómo llegó o dónde surgió, siendo importante en sí no lo es tanto para dar cuenta y entender por qué el son montuno es tan apreciado por los veracruzanos, al grado de considerarlo –sin temor a equivocarnos– en una práctica constitutiva y fundamental de su patrimonio cultural. 

Como suele ocurrir con la aparición de un trabajo musical como este, surgen inevitablemente los recuentos y pases de lista, la enumeración de lo que falta, lo que se podría seguir haciendo, lo que nos gustaría escuchar en uno, dos, trece discos futuros consagrados al son montuno veracruzano. De bote pronto, pensamos que un disco que recoja el repertorio de compositoras veracruzanas y mexicanas en general, sería un éxito tremendo. Basta recordar el éxito logrado por Ema Elena Valdelamar con su inolvidable “Mucho corazón” que grabara el dueto Fantasma, integrado por Benny Moré y Lalo Montané.

Como muchas otras expresiones de la música tradicional y popular, el son montuno tiene el enorme reto de reinventarse y nutrirse de nuevas composiciones. Números que sean del gusto de las y los bailadores, que cuenten sus historias, sus anhelos, sus preocupaciones y luchas cotidianas. Para fortalecer el gusto por el son montuno, los medios de comunicación masiva deberían estar obligados a programar más música popular y tradicional de México y el mundo, como hasta hace algunos años lo hiciera con notable éxito RADIO MÁS, “la radio de los veracruzanos”. Sería deseable también que pudiéramos escuchar y bailar nuevos sones, boleros, guarachas, rumbas que, acorde a los tiempos que vivimos, cuestionen los lugares otrora comunes del machismo (la virilidad y violencia física y verbal a raja tabla, la exaltación por la vida pendenciera, la falsía del amor femenino, los “hacedores” de la mujer, el abandono de las y los hijos, la mujer como posesión del varón o los mil y un fetiches de la virginidad, por mencionar apenas algunos) y propongan en este nuevo repertorio, renovadas historias sonoras para pensarnos e interactuar con los demás desde otra educación sentimental. Composiciones novedosas, inteligentes y sensibles que favorezcan vivir la vida y gozar del cuerpo y el amor desde la igualdad, el respeto, la generosidad, la diversidad sexual, la no violencia y el combate frontal al clasismo y racismo, por poner algunos ejemplos.

Por lo pronto vayan nuestras felicitaciones más sinceras al querido y admirado Arturo Pitalúa por coordinar este disco y nuestro agradecimiento a las agrupaciones Son de La Loma, Son Raza de Bronce, Son del 21, Quinteto Mocambo, Son como Son, Son del Callejón, la Orquesta Moscovita de la UV y Los Veracruzanísimos Pregoneros del Recuerdo por la música que nos comparten. Gracias a estas agrupaciones y otras más que confiamos sean incluidas en futuros proyectos musicales como este que ahora comentamos, el son montuno veracruzano se encuentra vigente en Veracruz. Son montuno de manufactura y emoción muy veracruzana, el nombre… es lo de menos

Confiamos gozarán y bailarán con este disco tanto como nosotros.

Los Editores 

 

 

Revista en formato PDF (v.10.1.0):

 

mantarraya 2