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Los tiburones van a comer mucho verso

La Manta y La Raya # 13                                                        septiembre 2022 ________________________________________________________________________

Los tiburones van a comer        mucho vers*

Artemio Villeda 

 

 

 

* Textos y fotografías tomados del libro: Armando Herrera Silva (comp. y ed.), Los tiburones van a comer mucho verso. Historia de vida y cuaderno de versería de Artemio Villeda. Ediciones del lirio, México 2019.

 

Mi nombre es Artemio Villeda Marín, originario de Plan de Juárez, municipio de Xilitla, estado de San Luis Potosí. En 1938 me fui a vivir a Pánuco, a la edad de once años. En 1945 empecé tocando el violín, y con compañero en la guitarra, Hermenegildo Mendoza y, en la jarana, Alberto González; pero en el cuarenta y siete ya me junté con Genaro Martínez Alonso y Antero Tovar González y formamos ya el Trío Camalote, porque en el rancho Camalote había dos tríos y como el rancho no era muy grande, para no estorbarnos en las chambas, pues hicimos un solo trío. Por mis trovos ellos vieron que mejor agarrara la jarana que el violín y fue cuando se formó el Trío Camalote en 1947; tenemos 49 años como Camalotes.

El ejido Plan de Juárez está aquí por el camino que le nombramos de herradura, camino real, como a kilómetro y medio; y ahora que se hizo la carretera está como a dos kilómetros. Desde 1938 me vine a vivir a Pánuco, a la edad de once años. Por causa del destino yo quedé huerfanito de mamá en 1928. Yo nací en el veintisiete pero quedé con la abuelita de mi papá o sea con mi bisabuela y en el año que ella me faltó, me fui a Pánuco con la otra abuelita del ejido Camalote. Así fue como yo llegué a la huasteca veracruzana. Camalote es el nombre del ejido, pero también hay un zacate que se parece mucho al parán, se da a orilla del río y no lo quieren ni los burros porque es muy amargo. Nosotros pensamos ponerle otro nombre al trío pero ya la gente no nos dejó.

Bueno, mi papá también tocaba, porque somos gente, yo creo, ya con la sangre de músicos. Mi papá tocaba jarana y guitarra, pero mi tío Manuel Villeda hacía hasta los instrumentos y los tocaba todos; y a pesar de no saber ni una letra, por ahí le buscaba a los tonos. Un día le pregunté un tono que lleva la pasada como en La Malagueña y en El Rogaciano y le digo: “Oiga tío, este tonillo lo hallamos en la jarana y no sabemos ni qué…” “Y a ver suénale”—y él no sabía una letra— y le sueno, me dice: “Es un sol si bemol”. Y él no sabía nada de letras, no sabía la cosa de la nota y eso, era lírico, pero con un sentido muyespecial. Entonces por lado de los Villeda somos músicos de la música regional. Por el lado de mi mamacita, mi tío Carmen Marín tocaba el saxofón en una orquesta en aquellos años ahí en Tamasopo. Por ahí estuvo un tiempo y luego se fue a Valles. Siempre he trabajado. Trabajé muchos años de tractorista y como le decía endenantes, vale más haber nacido con suerte, a mí en la parcela que me tocó tengo un banco de material. Conforme me cae un billetito, como ahora, se vale comprar parcela, ya tengo para mis hijos 137 hectáreas, tengo como 23 de caña y lo demás de potrero y animalitos como unos 40. Tengo un toro brahmán, es del fierro de los Blanca Chip aquellos que están ya pa´ llegar a Tampico. Para nosotros los que menos tenemos, lo que nos ha ayudado mucho es que ya las subastas que había se han caído mucho. Porque un toro como ese que tengo, en una subasta anda arriba de unos veinticinco millones de los viejos y ahorita esto se ha estancado. Este me lo dieron en cuatro, torete, y hasta con facilidades de pago, ya pagué dos y para los otros me faltan como tres meses.

Yo no tomo, debo tener cerca de 20 años de no tomar definitivamente. Yo tomaba, pero en el trabajo nunca. A mí nunca me vieron ahogado o borracho en el trabajo. Algún día me citaba con un compadre, pero no en el trabajo, casi no acostumbraba estar tomando y estar trabajando. En San Joaquín, el día que fuimos la primera vez, a la hora que nos iban a pagar, el señor que nos llevó me dijo: “Lo felicito — dijo—, y me felicito al mismo tiempo”, y le digo: “¿Por qué?”, “Porque son los primeros músicos que vienen realmente a tocar. Aquí los músicos vienen a quedar tirados de borrachos, y me felicito yo porque me tocó traerlos”.

En el huapango huasteco hay que repartir bien las palabras

En el huapango huasteco puede cantar usted versos de cinco líneas y de seis, porque se vale repetir una cuando no lo hace de seis. Pero el celo que yo he tenido es que se haga la buena rima y el mensaje. Porque si nos vamos a agarrar a hablar de ese quiosco pa’ salir con una mata de café, muy lejos de lo que estamos, ¿entonces? Se necesita que el mensaje venga desde un principio. Para mí esa es la mejor trova, en el sentido de que sea la buena rima y el buen mensaje. Yo hice un trovo que el primer verso dice:

Yo de muchacho cantaba 

y tenía muy buena voz

y el talento me ayudaba, 

pero bendito sea Dios 

todo por servir se acaba.

Eso en lo que don Samuel Martínez Segura comentaba de que: en el trovo, los otros versos se van formando del primero en las puras terminaciones, ese es el trovo. Y en la cadena con la palabra que termina un verso, con esa empieza el otro, esa es cadena; como La Petenera que dice:

Es cosa muy temerosa 

oír el rugir del mar,

bella serafina ¡oh!, Diosa, 

si quieres ven a escuchar, 

en el centro de una rosa 

la sirena oirás cantar.

La sirena oirás cantar 

entre su pulida aldea, 

si la quieres retratar

con tinta papel de oblea, 

a orillas del ancho mar 

es donde ella se pasea.

Es donde ella se pasea 

con su vihuela tocando, 

año con año cambea, 

nuevos tonos entonando 

y una sardina cambrea

es la que la está peinando

Tenemos seis discos y casets tenemos cinco porque el primer disco Arriba Pánuco no se sacó caset. Para mí la mejor grabación fue la primera, la de Arriba Pánuco en 1966.

Con Pedro Rosas tocábamos mucho El Tecolote, La Chachalaca… Una vez hablando de ese huapango, mi compadre Nicandro Castillo me checaba, “Oiga compadre, ¿cómo ve ese huapango que se llama El Ranchero Potosino?” ¿Qué huapango es? —le digo— para mí es La Chachalaca, nomás le pusieron otra letra. “Ese es”, me dijo. Él era muy conocedor porque hizo muchas cosas. Yo sí lo admiré. Yo no puedo hacer tonadas, yo le hago un corrido diario, si quiere, nomás dígame de qué. Pero él hacia tonadas, ese “Ocaso” ya pa´ despedirse, una musiquita muy triste. Ya se acerca el plazo —decía—, ya era para despedirse, y hasta le hablaba al hermano Roque que ya estaba muerto: “allá nos vemos”, le decía.

Como buenos versadores recuerdo al Güero Nieto, Serapio Nieto, fue muy buen trovador. Yo le llegué a echar varios anzuelos a la gente para ver cómo me veían y sé que él siempre decía que yo, y yo siempre decía que él. Hay trovadores, pero algunos si no ofenden no pueden trovar. Para mí la trova es como que estamos platicando, si no me ofenden ¿por qué los voy a ofender?

Los Hermanos Calderón, potosinos también, tenían muy buena voz, mucha facilidad, en parte descompusieron el huapango. Tienen un Caballito que la cantada es pa´ que descanse el bailador; canta uno y luego el violín se opaca, el violín acompaña y luego entra el bailador con su mudanza y hace el cambio de zapateo. Y ellos tienen un Caballito que está cantando aquel y el violinista arriba con la música y el otro cantando… Pero según ellos lo estilizaron así. Luego El Querreque lo cantan corrido, cuando es contestado. Digo, que esto quede con todo respeto, pero esto lo hicieron ellos, estilizaron las cosas a su idea, pero para mí como que descompusieron. Yo a algunos les digo: “Mira, si un verso mío te lo doy o lo escuchas, no me lo descompongas, si no te gusta, haz uno, pero deja mis cosas como están”. Hay un verso de Las Flores que dice:

Nunca derrames tu llanto, 

desde ahorita te lo advierto

si es que me has querido tanto, 

cuando sepas que estoy muerto 

me llevas al camposanto 

muchas flores de tu huerto.

Entonces un compadre que tengo me lo canta, pero dice: “Si es que me quisiste”; “quisiste” quiere decir que ya no lo quiere y “querido” es que todavía.

En el Trío Tamazunchale, el de la guitarra canta un verso que dice:

Yo no sé qué voy a hacer 

contigo tan consentida, 

recuerdo y recordaré 

todos los días de mi vida

que en mis brazos te arrullé 

y ahí te quedaste dormida.

Empieza uno y termina otro, porque empieza terminando con “r” y no hay rima. Entonces ese verso dice:

Válgame Dios cómo haré 

contigo tan consentida, 

recuerdo y recordaré 

todos los días de mi vida

que en mis brazos te arrullé 

y ahí te quedaste dormida.

El otro dice:

Yo no sé qué voy a hacer 

cuando tú ya no me quieras, 

también te doy a saber

que mi amor te ama deveras 

y tú no lo quieres creer.

Aquí todo está rimado con “r” y eso no lo han observado ellos, entonces como que se van descomponiendo.

En La Presumida también el mero verso dice:

Yo miré a una presumida 

bailando con un soltero, 

andaba muy divertida

a él le sonaba el dinero, 

ella le decía: mi vida

¡Ay, señor, cuánto lo quiero!

Y ya me lo cantan de otro modo. Los del (Trío) Tamazunchale repiten dos veces “presumida”, Los Camperos lo cantan de otro modo y lo real es así. En el Cielito Lindo tienen un verso Los Camperos muy bonito:

De mi San Luis Potosí, 

cielito lindo,

les doy detalles 

tierra donde nací,

 cielito lindo

mi lindo Valles 

mi lindo Valles 

es cosa cierta

porque Valles es puerta, 

cielito lindo

de la huasteca.

Y ya no está la rima: “huasteca” con “puerta”, y ahí tienen las palabras, en lugar de que digan: “es cosa cierta” que digan: “porque de la huasteca / cielito lindo/ Valles es puerta”. Ahí están las dos cosas: rima y contenido, y está bien hecho porque sí está bonito ese verso.

Ahí en Tempoal, cuando nos hicieron el homenaje, había un concurso de composición de trovos. Como yo estaba de jurado, antes del concurso, les dije: Quiero que quede claro que no todos van a ganar, va a ganar uno, el que haga mejor las cosas, porque puede venir un trío de un rancho y trae porra y quiere ganar porque trae porra, que porque trae muchos que griten y le aplauden. En el huapango huasteco hay que repartir bien las palabras, si le pone más larga la palabra, le sobró caldo y le faltó pitanzas, como dicen aquí a la carne.

El otro día dijo uno un verso que dice:

Al otro lado del río 

oí cantar una ceiba, 

y en el cantido decía:

cuando mates tu puerco 

me das un elote.

Ni rima ni mensaje y yo lo oí. Le voy a poner un ejemplo de un verso con rima y mensaje:

Pues va de gustos a gustos 

en la nación mexicana, 

aunque les cause disgustos 

en tierra veracruzana,

me gusta Llano de Bustos, 

Tampico Alto y Ozuluama.

Ese es un verso con rima y mensaje. Ahí en Pánuco me tocó como jurado de tríos en composición y la maestra jefa del jurado, que venía de Bellas Artes, con todo respeto, cuando pasaron en plan de calentamiento Los Caimanes de Tampico, me dijo: “A estos los vamos a mandar al último lugar”, ¡y todavía no concursaban! Le digo: “¿y por qué?”, “Porque son profesionales”. Le digo: “Pero el público no sabe ¿Qué va a decir el público?: ¡mira qué jurado, no conocen!; a los mejores los está mandando al último”. Así nos fuimos y me preguntó: “¿Usted no va a calificar?” “No —le digo—, porque lo que ustedes hagan lo firmo nada más, porque veo que no vamos a salir de acuerdo”. Elaboraban los trovos y unos muy bien y querían dar el gano al trío de Huejutla porque ellos trovan los tres, y digo: “No trovan, contestan —le digo—, ¿qué califica usted?, cantidad o calidad”. Para mí uno le gana a cien. Uno que haga bien las cosas le gana a cien que hagan mal las cosas. Y fue como le saqué el campeonato a Los Caimanes porque los versos de Martín Godoy estaban más bien hechos y sería un error para mí, conociendo las cosas, no decirles cuál era el que estaba haciendo mejor las cosas. Por eso matan los concursos.

Los tiburones van a comer mucho verso

De la improvisada nosotros nunca pensábamos a dónde íbamos a llegar, pero en Las Mañanitas, en cualquier fiestecita en el rancho, yo le echaba versos a cualquiera, a veces hasta al gallo que iba pasando, así cosillas que eran tipo broma que nunca pensábamos que fuéramos a llegar a alegrar gente tan importante como don Fidel Castro, que anda más en Cuba. Y la primer vez que ya nos vio el público en un quiosco en Pánuco fue en 1952 en la gira de don Adolfo Ruiz Cortines, como candidato a la Presidencia de la República. Todavía me acuerdo de los versos que le canté, me acuerdo de uno que le gustó mucho porque le dije:

Mi Pánuco orgullo siente 

cuando lloran sus violines, 

le digo a toda la gente:

para alcanzar nuestros fines 

sólo con un Presidente 

como Adolfo Ruiz Cortines.

Ese verso le gustó mucho y me pidió todos los versos que le canté, que se los escribiera. Por ahí en una refresquería los escribí y se los di a uno de sus guardias y dijo: “No, lléveselos usted, él se los pidió”. Se los llevé personalmente y me regaló 50 pesos en 1952. Con eso me llevé a tomar café con pan a toda mi gente del ejido. El pan valía 10 centavos la pieza y la taza de café 15 centavos y, con 42 pesos, tomamos café con pan todos y nos sobró dinero de los 50 pesos.

Con don Luis Echeverría anduvimos en varias naciones, pero la más importante fue Cuba, por que casi hablan igual que nosotros, aunque medio mochito. En Estados Unidos cántate un verso y hay que traducirlo al inglés y como que pierde el sabor aquello. Nosotros allá con los cubanos nos entendíamos así como estamos ‘orita

Entonces me acuerdo que íbamos 82 mexicanos: iba María de Lourdes con el Mariachi México; el maestro Miguel Vélez Arceo llevaba el folklor veracruzano bailando el Chul, Matlachines, el huapango y nosotros acompañando la cosa del huapango. Eramos ochenta y dos gentes y llevaban a Rutilo Parroquín que era el trovador jarocho de allá del Santuario, Veracruz, ese era el que iba a trovar en plan de representar a México o a Veracruz en Cuba. Pero como que está difícil allí, ya ve cómo Tres Patines habla en puros versos… Andaban unos señores con su pañuelito aquí y hasta decía yo: “Bueno, ¿y esos qué?” ¡son los de la controversia! Yo no sabía que eran los que iban a contradecirse con Rutilo.

Yo iba como músico, no como trovador, pero el Gobernador que teníamos en Veracruz, don Rafael Hernández Ochoa, estaba cerquita cuando Rutilo empezó a patinar porque don Raúl Castro le dijo: “Mira, ¿quieres echarte a la bolsa a mi hermano?, recuérdale cuando estuvo en Tuxpan, eso le gusta mucho”. Ya empezó a patinar que el Tuxpan de Rodríguez Cano y se atrancaba y le daba. Entonces me habla el Gobernador: “Mira Camalote ven, cuando tú vayas le dices, no estuvo en Tuxpan, estuvo en Santiago de la Peña”. Le digo: “A ver si puedo” “Yo sé que sí puedes, yo por mí pa’que traíamos a aquél —dice—, pero ya lo trajimos”.

Bueno, nos tocó actuar. En mi verso primero es siempre sacar la atención, entonces dije yo el primer verso:

De Pánuco tierra mía

yo soy de los trovadores, 

cubanos yo les diría:

como buenos cumplidores, 

pa´ Castro y Echeverría 

venga un aplauso señores.

Ya saqué el aplauso. Entonces Velez decía que el que sacara más aplausos en la actuación, ése era el que iba mejorando su posición artística. Entonces el gobernador me pidió que cuando fuéramos a actuar que yo le dijera a Castro que no había estado en Tuxpan sino en Santiago de la Peña, entonces le dije yo:

Hoy mi canto lo saluda

y creo que nunca lo olvidas,

es cierto, no cabe duda

que entre las gentes amigas 

México y la Habana Cuba 

son dos naciones unidas.

Y otro aplauso. Entonces si ya dije aquí va el encargo del Gobernador dije:

De Castro les doy la seña, 

cuando su guerra empezó 

dice la gente tuxpeña, 

porque en México vivió, 

que en Santiago de la Peña 

ahí fue ‘onde se embarcó.

Allí fue cuando se fue a pelear contra Batista, entonces eso le gustó mucho a don Fidel. Nosotros teníamos una orden del director de que nadie se fuera a pasar de listo a ir a saludar a don Fidel.

Había que terminar la actuación y luego íbamos todo el grupo, pero éramos 82 y para tomarse una foto con él estaba difícil; pero él se viene sobre nosotros ¿cómo corríamos?, no teníamos mas que encontrarlo, nos abrazamos. Ya don Luis le dijo: “Mira Fidel, estos son los trovadores huastecos que tengo allá en Pánuco, criollitos de la huasteca”.

Esa foto estuvo más de un año en Jalapa, grande esa foto. Yo la tengo allá en mi casita que es la de ustedes. Esto fue entre ‘75 y ‘76. En el avión nos pidieron que los alegráramos. Yo pensaba que en el jet no se podía mover porque se ladeaba. Teníamos parranda allí tocando la pura jarana y el violín. Entonces dice el Gobernador: “¿Y por qué el de la guitarra no los acompaña?” entonces mi compadre le dice en broma, “Dígale al chofer que pare el avión para sacarla, porque va abajo en el equipaje,” entonces le dije un verso:

Este viaje es mi ilusión 

nunca lo podré olvidar, 

lo que siento en el avión, 

de que si llega a fallar, 

ya no vuelvo a mi nación

me voy a quedar en el mar.

Decía el del arpa, el compañero Rutilo, decía: “Los tiburones van a comer mucho verso”. Después ahí va Rutilo molesto por que lo habían apantallado los cubanos. Entonces en un verso también de broma, le dije yo:

En mi Veracruz vacilo 

para eso de la trovada, 

pero acá me salió filo 

la gente es muy preparada, 

viste al pobre de Rutilo

le dieron su revolcada.

Y entonces decía el del arpa, Mario dice: “Ni le muevas que va bien enojado”. Rutilo ya falleció, pero él siempre buscaba colocarse. Le presentaron a Jacobo Zabludowzki y luego no quería hacer otra cosa que andar detrás de él, tanto que yo me di cuenta que don Rafael Hernández Ochoa le dijo: “Vienes con Zabludowzki o vienes con nosotros”. Nomás porque era mucho mandar un avión a dejarlo y tuvimos que aguantarlo hasta que nos venimos.

Una vez me pasó un detalle en Pánuco con una cantadora que se llama Rosita del Ángel que por su buena voz y cantando le dicen La Charra, y la otra es mi comadre Emma Maza que está en el disco con los Cantores del Pánuco. Entonces mi comadre Emma tiene un verso que aplaca a cualquier cantador; ellas defendiendo a la mujer y el cantador atacando a la mujer.

Entonces ella al último tiene un verso que dice:

Emma Maza con honor 

defiende su ser sagrado, 

no seas ingrato y traidor,

por la leche que has mamado 

la mujer es lo mejor.

Con eso aplacan a cualquier cantador. Entonces esa vez me agarré con ella y dije, con eso me va a querer aplacar. Entonces más o menos me previne. Pero lo que más me molestaba es que Nacho Coronel, hermano de Juanito de Los Cantores del Pánuco, estaba mirando aquello, dije: “Aquí sí me apantalla, Nacho es el jurado”. Cuando ella me cantó ese verso que le contesto:

Esa es la época aquella, 

ahora ya no hay cariño, 

por presumirnos de bella 

ya no le dan pecho al niño, 

ahora mama una botella.

y entonces ya no me contestó y le digo:

Yo no te vengo a ofender 

y ni tampoco te riño, 

pero debes comprender

que la que le da pecho al niño 

pues se siente más mujer

y le tiene más cariño.

y se viene Nacho a felicitarme “yo aquí tenía que oír algo bueno”, dijo.

En Navolato, Sinaloa, me presentaron un jarocho, que tuviera yo una controversia con él y le digo “No, no se puede porque él canta jarocho, yo no puedo cantar jarocho, yo canto huasteco y él no canta huasteco y se va a ver mal”. Él era de un lugar que se llama El Viejón acá en la costa. Me dijo: “Yo canto El Querreque, ¿nos agarramos?”, “Bueno”, y que nos agarramos. Le dije:

Te demuestro mi amistad 

yo no te vengo a ofender, 

háblame con la verdad

porque yo quiero saber 

me digas cuál es la edad

cuando uno empieza a envejecer.

Entonces los compañeros le decían que a los 30 años, no que los 35, que bien conservado. Entonces él me contestaba “cuándo se siente” y yo estoy preguntando “cuándo se empieza”. Entonces se la tuve que decir yo:

Veo que en nada me ofendiste

¿por qué me voy a ofender?, 

la pregunta que me hiciste 

te la voy a hacer saber, 

desde la hora en que naciste 

empezaste a envejecer.

Después me empezó a atacar, que yo estaba gordo, que sacaba siete latas de manteca… echándome. Yo lo estuve dejando. Ya cuando según él se había sacado muchos aplausos, le digo:

Para alegrar la reunión, 

ya bastante te has burlado

te burlas que estoy panzón 

porque tú no has engordado;

¿y sabes porqué razón? 

porque tú estás afectado.

y que se enoja y el que se enoja pierde. Primero me levanté por delante para irlo frenando porque era muy grosero, le dije:

Como buen veracruzano 

yo te voy a contestar

y te pido de antemano 

no me vayas a faltar,

que yo con mi pecho sano 

soy muy decente en cantar.

Y me dijo que sólo que no fuera veracruzano no aguantaba groserías. Entonces le digo:

Sí, somos veracruzanos 

Pero no somos groseros

y a donde quiera que andamos, 

como humildes huapangueros, 

todo el tiempo nos portamos 

como buenos caballeros.

Hay palabras para hacer las cosas sin ofender.

Una vez doña María Esther Zuno nos llevó disfrazados de inditos, vestidos de manta para una película, que era netamente para el extranjero, que hasta nos decían “indios panzoncitos”. Porque nos vistió de inditos, pero todo eso se fue al extranjero. Tocando y echando verso, pero todo se fue a una filmación de una película para el extranjero. Nunca la vimos.

Mi compadre Lucio que es muy dicharachero, si va en la bicicleta y ve una raya dice, a lo mejor es la mía, y se regresa. Todos tenemos nuestra rayita en la que vamos a terminar. El cura yo lo oí una vez cuando un muchacho se accidentó y en la misa dijo: “Todos dicen: si no va no le pasa nada, él se iba a morir porque allí estaba su rayita”. Entonces por eso me baso yo, y fuera donde fuera, él iba a terminar. Dice:

Las vidas son puras rayas 

Para que nadie se sienta, 

La muerte no tiene fallas, 

si a buscarte se presenta 

te darás a las malhayas,

donde te escondas te encuentra.

¿A dónde se puede esconder que no le encuentre? Ya está que allí va a terminar y allí, así es.

No nomás el oro brilla…

De los músicos que yo conocí, con aquella facilidad de dedos, el Treinta Meses. En una cantina le hacía maravillas con los dedos como lo hace Heliodoro Copado; pero repartiendo un huapango para bailar como se acostumbra en Pánuco, Sinecio González fue lo máximo. Tocando el violín para bailar un huapango él sabía repartir los pasos cuando le dan el cambio de la mudanza. Eso era muy importante dentro del baile y eso lo hacía muy bien. De los músicos de violín hay muchos que se ponen a ensayar la tonada del huapango, y a él le gustaba ensayar entradas y salidas. Hay muchas entradas del huapango que todavía son de él. El que anduvo conmigo, Genaro Martínez, le agarró algunas muy importantes. Nomás que se fijen, el Trío Tamazunchale tiene muchas terminaciones de muchos huapangos que no le terminan con música, los terminan tipo mariachi: ay, ay, ay. Entonces como que le sacatean a terminar tocando. Digo, no vengo a hablar de ellos. Esa es su costumbre, eso es muy de ellos, pero el huapango tiene su salida con música. Entonces eso lo ensayaba Sinecio. Eso es muy de él.

Yo siempre lo recuerdo, músicos hubo muchos buenos y todo, pero en su especialidad para bailar, Sinecio González. Murió muy nuevo a la edad de 48 años. Originario de Pánuco, hijo de don Albino González que era el guitarrero y su hermano fue el dueño de la orquesta Albino González, la orquesta que tuvo en Tampico. Y Valente tocaba el tololoche también. Todos fueron músicos, nomás anda uno por allí que no aprendió, pero fue de una familia de músicos.

Yo conocí muchos jarochos: a los Zabaleta, aquellos Aguilar que por cierto se mataron allá en Pánuco en un accidente, estábamos en una feria. Nosotros tocamos mucho con Tomasita del Ángel la esposa de don Patricio Chirinos que fue el abuelo del gobernador que tenemos ahorita. Ella tocaba la jarana y cantaba muy bonito. Todavía por allí hay mujeres que cantan y bailan, pero que toquen ya casi no.

Yo tengo un verso que dice:

Son testigas estas canas 

de las cosas comprobadas,

cuando me querían las damas 

me acuerdo que sus miradas 

me servían de telegramas.

De cuando yo empecé a tocar, acá en Pánuco, el trío famoso que sonaba eran Sinesio González, Amado del Ángel y Sirenio Rivera: y a nivel de radio, y a nivel de la región eran los Cantores del Pánuco: Juan Coronel, Seferino Galindo e Inés Delgado. Esos eran los que más resaltaban.

Everardo Ramírez llegó después, cuando ya faltó Galindo porque le empezó a fallar la voz. Yo se lo he dicho a él y él lo sabe, puede ser hijo de nosotros tocando. Su papá se llamaba Epifanio Ramírez, era de Carbono, por allí.

La primera vez que nos escucharon fue en el quiosco de Pánuco, nos invitaron como campesinos y cuál sería la sorpresa de que habíamos ensayado La Huasanga para que bailaran unos chamacos que, por cierto todavía viven los dos, y que vamos viendo que bailaba don Camilo Guzmán con Genoveva Guzmán, la misma Huasanga tocando ese trío que le digo de Sinesio, Amado y Sirenio. Una diferencia, que ellos la llevaban en Sol y nosotros en tono de Re, más alta, más alegre. Pero traíamos pescuezo para hacer las cosas.

Entonces allí cambió tantito la cosa del huapango, en sentido que era el mismo, era la misma Huasanga, pero cambiada de tono. Esos eran los que se podían decir los mejores tríos. Y músicos de violín que conocí, Treinta Meses que era don Inocencio Zavala, pero casi nunca trajo trío organizado.

Después se metió con Los Cantores echando violín, pero yo cuando lo conocí era un señor grande, suelto, que tocaba con cualquiera, no como yo que he sostenido al Trío Camalote durante cuarenta y nueve años. Siempre a donde andamos, Camalotes y nunca me hallan por allí con otros que no sean mis compañeros aunque sea una hora.

Una vez nos hicieron un homenaje allá en Pánuco de puros trovadores, de los que cantan el huapango. Entonces me acuerdo de un verso que dice:

Ser músico es un problema, 

sufrido en ciento por ciento, 

porque aunque tenga una pena 

o lo agobia un sentimiento, 

cuando su instrumento suena 

demuestra que está contento.

Así pueda dejar un problema en la casa, su mujer muy mala o no sé, pero él en la fiesta tiene que estar como dice El Gusto:

Ya vine ya estoy aquí 

hasta que por fin volví 

para cantar el huapango 

el que más me gusta a mí.

Ese es un verso que me gusta cantarlo mucho en El Gustito porque es un huapango muy bonito y cada quien tiene su gusto. Algunos dicen: “Tócate el rey de los huapangos” ¿Cuál? “La Presumida”, otros que “El Cielito Lindo”, otros que “La Pasión” y cada quien tiene…, Fíjese que mi compadre Nicandro Castillo, el compositor de Las Tres Huastecas, puso a tocar El Zacamandú a todos los violinistas en Pánuco y había uno de El Molino que es el que más le gustaba cómo lo tocaba. Aparentemente todos tocan igual, pero no es igual, no le dan el mismo sabor. Él siempre se acordaba —dice— Oye que bonito toca el Zacamandú Hermilo Gómez, el papá de mi compadre Tomás Gómez que está en Victoria. El tiene una escuela de músicos de violín, chamaquitos tiene.

En El Zacamandú hay una paradita y hay que entrarle. Como le dije no vengo a ofender a nadie, pero lo cierto se habla; aquí hay tríos que en esa paradita dejan pasar tiempo. No digo que entren fuera de tiempo, pero dejan pasar un tiempo y nosotros allá se va uno derechito. Eso lo hacen en Valles, Tamazunchale…

De los bailadores, allí en Pánuco el que más ha salido por donde quiera es don Raúl Pazzi Sequera. Pero en los ranchos o como acá, Justino del Ángel que era de San Nicolás. Ese bailaba de aquí pa’ rriba silencito, para abajo lo que movía eran los pies. Arriba podía traer un vaso. Una especialidad bailando él, y mi compadre José Ortega de Chaquisí, que nada más lo conocían como el Negro Chaquisí, también bailaba muy bonito. Hubo muchos bailadores. El Molino fue muy famoso por sus bailadores, pero no eran de allí, venían de los ranchos.

Yo he visto que hay gente que salen a buscar, a rescatar nuestras raíces, nuestras costumbres y eso está ayudando. Eso no lo habíamos visto y sirve para que la juventud vaya agarrando cariño, porque esto es lo de nosotros. La música extranjera está como los idiomas, en lugar de aprender el náhuatl que es lo de nosotros, quieren aprender el inglés; porque allí hay más manera de conseguir trabajo, de conseguir billete. Así en la música.

Yo vi un reportaje en una revista donde medio se ponen en controversia Tito Guízar con Raúl Velasco, adonde le dice: “Tú te preocupas por sacar adelante artistas por su bonito cuerpo, y si son hijos de otro artista, eso es lo que te interesa, pero tú no te interesas por los talentos que valen más. Hay gente humilde que trae muy buen talento para hacer algunas cosas, eso no lo toman en cuenta”. Y eso es lo que él reclamaba y yo creo que sí. Como dijo el difunto Tariácuri, “No nomás el oro brilla, brilla más el pensamiento,” y eso son cosas muy bonitas.

En aquellos carnavales que se hacían en Tantoyuca, en la plaza me encontré a un señor, don Ignacio se llamaba. Me empezó a platicar la vida del viejo Elpidio. Decía que era nativo de Xoxocapa, municipio de Ilamatlán, Veracruz, caminaba doce leguas sobre el estado de Hidalgo, a ver a un español que se llamaba Salvador Murillo. La hacienda se llamaba Crisolco, donde vivía el español. Ahí iba el Viejo Elpidio a aprender el fandango español. Pero murió el señor y no aprendió bien. Por eso pensamos que el huapango es como una degeneración del fandango español. Y como le dije endenantes, cada huasteca le estiliza a su modo. Para nosotros, gente como el Viejo Elpidio son los pioneros, más atrás no sabemos. Pero para mí fueron los pioneros que sacaron el huapango para que nosotros siguiéramos ese camino, pero de ahí para atrás no sabemos. Y eso mismo lo ratifica mi compadre Nicandro Castillo, que lo que dijo ese señor era verdad. Él conoció al Viejo Elpidio, trabajó con él.

Yo oí una entrevista que le hacían a los Alegres de Terán. Ellos decían “Los Cadetes de Linares, Los Tigres del Norte, todos ésos, posiblemente sean mejores que nosotros, pero que reconozcan que nosotros hicimos la brecha pa’que ellos caminen. Abrimos la brecha con nuestra música norteña.” Así como ellos que también se sienten los pioneros de la música norteña, así nosotros reconocemos a El Viejo Elpidio, a mi compadre Nicandro Castillo, al difunto Roque… ya todos se adelantaron en el camino. Ellos son los pioneros de nuestra música huasteca.

 

 

 

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