Manuel Polgar Salcedo

La Manta y La Raya # 13                                                        septiembre 2022 ________________________________________________________________________

Manuel Polgar Salcedo

Un portafolio fotográfico

 

 

Desde las playas del puerto a los pueblos de río arriba.

 

Fernando Guadarrama Olivera

El amor de Manuel Polgar Salcedo por Veracruz no es casual, lo trae en los huesos. Nacido y crecido en la capital del país y arqueólogo de la ENAH de formación, se topó con el fandango veracruzano  en 1998, cuando fue subdirector del Centro Comunitario Culhuacán, en donde conoció a Los Parientes de Playa Vicente, quienes organizaban allí, por aquellos años, unos concurridos festivales de son jarocho. Desde ese momento Manolo se ligó a la fiesta fandanguera para siempre. Pero Veracruz ya estaba presente en su historia familiar desde mucho antes, pues el viejo puerto fue para su abuelo paterno, el socialista exiliado español Ovidio Salcedo, el lugar en donde “recuperó su dignidad de hombre libre”. Fue allí donde don Ovidio volvió a nacer, el día que desembarcó del vapor Quanza, procedente de Casa Blanca, Marruecos, y pisó por primera vez la tierra de la antigua Chalchihuecan, en el año de 1941. La historia de su abuelo y su gratitud eterna con Veracruz le marcaron a Polgar Salcedo los rumbos de la vida, y su gusto por el son jarocho y la música porteña de origen cubano lo acabaron de convertir en veracruzano por decisión propia.

A partir del año 2000, Manuel visita muchas veces Veracruz, llevado por su amistad y relación cada vez mas fuerte con los jaraneros y fandangueros de los pueblos de tierra adentro, principalmente del municipio de Playa Vicente, y de los pueblos vecinos de la ribera del río Tesechoacán,  afluente del gran Papaloapan.  Allí conoce a Arturo Barradas y a su familia, pilares del renacimiento del son y el fandango jarocho, en esa región veracruzana que hace frontera con Oaxaca. Y es con Arturo y su gente que Manolo se integra y ayuda en la realización del primer festival de son jarocho en Playa Vicente, efectuado en julio del año 2004, que nace como un homenaje a los viejos soneros de la región. Este evento se convirtió después en el Festival del Tesechoacán, el cual lleva ya diez y siete años celebrándose en esta localidad de manera continuada, suspendiéndose solamente durante los dos recientes años de la pandemia del coronavirus. Y es también con la familia Barradas que gestiona y produce el documental Soneros del Tesechoacán. Sonidos del río (La Maroma producciones), en el año de 2007. 

Pero Playa Vicente no ha sido su único lugar de trabajo, también el pueblo de La Antigua, muy cerca del puerto, en donde estuvo a cargo de la Casa de la Cultura entre 2014 y 2015.

Su fascinación por Los Tuxtlas y su curiosidad de arqueólogo lo han llevado también frecuentemente de visita por los rumbos de Piedra Labrada, en la Sierra de Santa Marta, adonde colabora en proyectos con su amigo de muchos años el Antrop.  Alberto Córdoba.

Manuel se muda al puerto de Veracruz definitivamente en el año 2008, y en 2010 funda allí un restaurant – espacio cultural llamado “La República”, en honor a su abuelo Ovidio, el cual estuvo abierto solo dos años. Ubicado en la famosa Plaza de la Campana, en pleno centro histórico, este lugar se convirtió durante ese corto tiempo en refugio y foro de los grupos de son jarocho y son montuno del puerto de Veracruz y sus alrededores.

La cámara fotográfica y el gusto por la fotografía antropológica le llegan a partir de los cursos recibidos en la ENAH durante sus años de estudio. Desde entonces la cámara se convirtió en su compañera de viaje, y con ella ha ido registrando todo su periplo por Veracruz, desde las playas del puerto a los pueblos de río arriba.

La selección de imágenes que hoy nos entrega Manuel Polgar es solo una pequeña muestra del enorme acervo fotográfico que ha ido acumulando durante todos estos años en sus andanzas por el puerto y el Sotavento. Fotos llenas de paisaje, desde las laderas de Piedra Labrada en la Sierra de Santa Martha, hasta los maizales de las tierras bajas de Playa Vicente. Desde el Cerro de las Mesas en Tlalixcoyan hasta los potreros de las riberas del río Blanco. Desde los amaneceres en el Río La Antigua hasta los atardeceres nublados sobre la Isla de Sacrificios, pasando por las hermosas imágenes del moderno puerto mercante de Veracruz.

Mención especial merecen las imágenes de las viejas casonas abandonadas del centro histórico de Veracruz, que son hoy solo las ruinas de lo que fuera la antigua ciudad amurallada, y las fotos de los infaltables barcos de pescadores atracados en el muelle.

Fotos llenas de personajes también, anónimos la mayoría, como el vendedor de ropa, el de algodones y el masajista y su cliente en las playas del puerto. Y qué decir del dueto musical tocando para la familia sobre la arena, o del hombre lanzando sus redes al mar bajo la luna, o de la tradicional cascarita de futbol playero y los emocionantes duelos beisboleros en Villa del Mar, o el infaltable buzo improvisado que saca monedas en el mar del Malecón porteño.

Y finalmente los personajes conocidos que fueron apareciendo en los viajes, como la del jaranero playavicentino José María Álvarez “El Pariente”. O las de Doña Hermelinda y Don Benito, popolucas de Piedra Labrada. Ella cargando una vieja hacha de jade olmeca, y él mirando al cielo durante la ofrenda y el pedimento a Chane, dios de la selva y de los animales, o con una hermosa mazorca de maíz entre las manos. 

Imágenes todas capturadas por el lente emocionado de alguien que en cada foto nos deja una muestra de su profundo amor por Veracruz: nuestro querido amigo Manuel Polgar Salcedo.

 

 

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Laudería en la cuenca del Tepalcatepec

La Manta y La Raya # 13                                                        septiembre 2022 ________________________________________________________________________

¡Que suenen pero que duren!

Historia de la laudería                                                                            en la cuenca del Tepalcatepec

Victor Hernández Vaca

 

Victor Hernández Vaca. ¡Que suenen pero que duren! Historia de la laudería en la cuenca del Tepalcatepec. El Colegio de Michoacán, Zamora, Mich. 2008.

 

Nos detenemos en este interesante trabajo de Victor Hernández Vaca sobre la laudería en la cuenca del Tepalcatepec, el cual representa una importante contribución al estudio de la historia y organología mexicana.

En varios pueblos de la cuenca del Tepalcatepec se ejerce la actividad artesanal y artística de la construcción de instrumentos musicales, la población distinguida en esta ocupación es Paracho, Michoacán, reconocido como el principal centro manufacturero de instrumentos musicales de cuerda del país. Sin embargo, no es  la única localidad donde se construyen cordófonos, existen otras poblaciones donde se ocupan del viejo oficio; en el municipio de Paracho, en la comunidad purhépecha de Ahuiran, principalmente se fabrican instrumentos de cuerda frotada como: violines, violas, violonchelos y contrabajos. Por el rumbo de Zamora se localiza Tarecuato, donde se construye el antiguo y desconocido instrumento de origen colonial llamado tzirimchu. La Tierra Caliente y la Sierra Costa, comparten una alineación instrumental común, arpas, jaranas, vihuelas y violines conforman el conjunto de arpa grande. En Apatzingán, San Juan de los Plátanos, Nueva Italia, Buena Vista, Coalcomán, Arteaga, Tumbiscatío y más pueblos, viven las personas encargadas de construir esa dotación instrumental. En estas poblaciones el oficio de laudero es reproducido casi de manera anónima.

En general, como indica Victor Hernández Vaca en su trabajo, es poco lo escrito en torno a la historia de la laudería y los instrumentos musicales de cuerda de los pueblos de la cuenca del Tepalcatepec. Los textos tienden a repetir aseveraciones sin argumentos, como que fue Vasco de Quiroga quien transmitió el oficio de la guitarrería a la gente de Paracho. De los otros pueblos no se ha escrito casi nada al respecto, pues ni se conoce la existencia de otros centros lauderos en Michoacán. La mayoría de los escritos centran su estudio y análisis en la música y el instrumento musical observado como un objeto inanimado carente de significados más allá de sus afinaciones; olvidando muchas veces que el instrumento musical es parte de la cultura material de una sociedad. Los instrumentos musicales fungen como interlocutores con la historia, cultura, sociedad y economía de las poblaciones donde se construyen y suenan. Por lo tanto, el instrumento musical es un texto con gramáticas propias de la sociedad que los construyó y de la época en la que fueron construidos. De la misma manera, el trabajo de laudero contiene códigos sociales, culturales, filosóficos, estéticos y sonoros, que emiten mensajes de la sociedad española y del Tepalcatepec. Así, la laudería tradicional de la cuenca corresponde a un mismo sistema cultural evangelizador, que tiene su origen en el siglo XVI, que se transforma y evoluciona de un pueblo a otro de acuerdo al particular desarrollo de cada lugar o población de lauderos. El desarrollo de las regiones que confluyen en la cuenca no se da de manera uniforme, sino que cada población tiene su propia dinámica. Por eso vemos una laudería antigua en Paracho desde el siglo XVI, que se transforma sustancialmente en el siglo XX; mientras que esa misma laudería antigua se mantiene presente en la Tierra Caliente hasta la actualidad. 

 

 

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